Como
lleva ocurriendo desde el #15M, en septiembre el Pueblo español digno se ha
manifestado en las calles y plazas de manera legal y pacífica, haciendo uso de
su derecho constitucional. Es lógico y natural que la gente esté quemada y
requemada, y por desgracia cada día lo va a estar más porque la economía irá a
peor, ya que este gobierno de Rajoy es igual de nefasto que el de Zapatero. Los
ciudadanos dignos no encuentran otra manera de expresar su frustración y
legítima protesta que saliendo a manifestarse en las calles para pedir Justicia
Social, y es buen sitio acudir pacíficamente a los alrededores del Parlamento, respetando
la Ley al no interferir el acceso y la actividad normal de los parlamentarios
que pudieran encontrarse en este edificio.
Est@s
manifestantes son el orgullo de la nación, un canto a la libertad en un país poblado
en gran parte por esclavos que han entregado su criterio y su voluntad política
a unos partidos y a sus líderes, aunque estos partidos les perjudiquen obrando en contra de sus propios
intereses. Los manifestantes son ejemplares ciudadan@s que no se resignan a padecer
las injusticias sumisos y resignados, como hacen los votantes sectarios, sino
que van a los aledaños del Parlamento en busca de culpables directos para decirles a
la cara, lo más cerca que la Ley permita, que están hundiendo a España y a los
español@s.
Los
políticos del PPSOE están empobreciendo a los ciudadanos y a las familias, forzando
a la emigración a los jóvenes, desintegrando el tejido empresarial de las
PYMES, aniquilando los derechos laborales y retributivos que los funcionarios
tenían desde hace décadas, expulsando a familias honradas de sus hogares, fomentando
el desempleo a raudales y sembrando la injusticia, la miseria y la desesperanza
entre el Pueblo. Entre tanto, muchos de estos mismos políticos se enriquecen gracias a
sus chanchullos y a los injustos privilegios que se han otorgado a sí mismos de
manera legal pero inmoral, y enriquecen todavía más a los ricos capitalistas
cuya avaricia desmedida les priva del sentido humanitario elemental que toda
persona debería tener.
Mientras
despilfarran el dinero en instituciones como el Alto Comisionado para la Marca
España, que sirve para colocar con sueldazos a enchufados aficionados a hacer
turismo de gorra por el mundo, los políticos del PPSOE están destrozando la
marca España, desprestigiando al País en el exterior. Las crónicas de periódicos
y televisiones extranjeras, reflejando la dramática realidad del sufrimiento de
buena parte del Pueblo español, así como las impactantes imágenes de la violencia
que presuntamente algunos policías ejercen sobre pacíficos ciudadanos, proyectan una imagen
muy negativa de nuestro País en todo el planeta.
Las
imágenes reiterativas de la violencia, aparte de resultar una ofensa contra la dignidad del género humano, están dando la vuelta al mundo y
a un turista no le gusta entrar en un bar a tomarse una sangría tranquilamente con
gente normal y corriente, y que de improviso entre una tropa vestida de robocops
y lo saquen a la calle para hincharlo a palos diez tipos a la vez. O si no se lo hacen a él, no le debe resultar agradable ver que se lo hacen a otro. A un turista tampoco le gusta bajarse del metro en Atocha para visitar el
triángulo del arte, o coger el cercanías para ir a Barajas, y que de repente
entre en los andenes un batallón de robocops disparando balas de goma, mientras
los seguratas se lían a repartir estopa
a diestro y siniestro, de manera que entre unos y otros le den una buena tunda.
Esto no le gusta ni siquiera a un guiri de esos que llevan en la mano la guía Trotamundos,
así que a las familias con niños, ni te cuento.
Este tipo de acciones y las imágenes que las reflejan perjudican la imagen de España en el exterior y deterioran con ello, no
sólo el prestigio nacional, sino también los pilares de nuestra economía. Y
esto no es una suposición ni deducción, sino que lo percibo porque me lo
transmiten familiares que viven en el extranjero, y coincide con lo que leo en los
post que publican en los foros los emigrantes españoles.
Los
responsables últimos de esta desacreditación de España son los mandos políticos, que en este caso son la Sra. Cifuentes, el ministro de Interior y el
Presidente del Gobierno. Un Presidente que quiere mejorar la imagen de España
en USA haciéndose fotos fumándose un puro en las calles de una Nueva York
concienciada anti-tabaco, y dando un banal discurso manipulador en el recinto de la ONU
semivacío, mientras los ciudadanos norteamericanos miran atónitos y asustados
las impactantes imágenes en directo que llegan desde España mostrando la
violencia.
Frente a
esta situación, repito por enésima vez lo mismo que llevo diciendo desde
febrero de 2011, y es que la única solución plausible actualmente en España debe
seguir el camino que pasa por las urnas, y consiste en implementar cauces de
participación para que las decisiones de los ciudadanos lleguen directamente
hasta el Parlamento, evitando la nefasta intermediación de los actuales
partidos políticos sustentados por el voto de zombies sectarios. Los fundamentos
ya los llevo explicando en varias entradas anteriores desde marzo del año
pasado, y son tan solo una sugerencia o ejemplo indicativo, no tiene la cosa que
materializarse así exactamente.
Por
otra parte, repito una vez más que la opción de movilización callejera en bucle
perpetuo no resulta válida si no va acompañada de la vertiente política para
canalizar la protesta hacia las urnas. La obstinación en combatir únicamente fuera
de las urnas, en las calles, aunque sea pacíficamente puede resultar en
comportamiento antidemocrático si se limita sólo a eso, a intentar ganar en la
calle lo que se es incapaz de ganar en las urnas, máxime si ni siquiera se ha
intentado combatir en las urnas. La convocatoria reiterada en la calle sólo
tiene sentido si a la vez hay un sustrato en forma de alternativa electoral. Si
no se está trabajando para intentar ofertar esta alternativa, empecinarse en
obtener frutos fuera de las urnas para alterar la decisión expresada por los
ciudadanos en las urnas es propio de totalitarios, fascistas, nazis …, el polo
opuesto a los demócratas.
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