jueves, 4 de octubre de 2012

HONOR Y GLORIA PARA LOS MANIFESTANTES


Como lleva ocurriendo desde el #15M, en septiembre el Pueblo español digno se ha manifestado en las calles y plazas de manera legal y pacífica, haciendo uso de su derecho constitucional. Es lógico y natural que la gente esté quemada y requemada, y por desgracia cada día lo va a estar más porque la economía irá a peor, ya que este gobierno de Rajoy es igual de nefasto que el de Zapatero. Los ciudadanos dignos no encuentran otra manera de expresar su frustración y legítima protesta que saliendo a manifestarse en las calles para pedir Justicia Social, y es buen sitio acudir pacíficamente a los alrededores del Parlamento, respetando la Ley al no interferir el acceso y la actividad normal de los parlamentarios que pudieran encontrarse en este edificio.

Est@s manifestantes son el orgullo de la nación, un canto a la libertad en un país poblado en gran parte por esclavos que han entregado su criterio y su voluntad política a unos partidos y a sus líderes, aunque estos partidos les perjudiquen obrando en contra de sus propios intereses. Los manifestantes son ejemplares ciudadan@s que no se resignan a padecer las injusticias sumisos y resignados, como hacen los votantes sectarios, sino que van a los aledaños del Parlamento en busca de culpables directos para decirles a la cara, lo más cerca que la Ley permita, que están hundiendo a España y a los español@s.

Los políticos del PPSOE están empobreciendo a los ciudadanos y a las familias, forzando a la emigración a los jóvenes, desintegrando el tejido empresarial de las PYMES, aniquilando los derechos laborales y retributivos que los funcionarios tenían desde hace décadas, expulsando a familias honradas de sus hogares, fomentando el desempleo a raudales y sembrando la injusticia, la miseria y la desesperanza entre el Pueblo. Entre tanto, muchos de estos mismos políticos se enriquecen gracias a sus chanchullos y a los injustos privilegios que se han otorgado a sí mismos de manera legal pero inmoral, y enriquecen todavía más a los ricos capitalistas cuya avaricia desmedida les priva del sentido humanitario elemental que toda persona debería tener.

Mientras despilfarran el dinero en instituciones como el Alto Comisionado para la Marca España, que sirve para colocar con sueldazos a enchufados aficionados a hacer turismo de gorra por el mundo, los políticos del PPSOE están destrozando la marca España, desprestigiando al País en el exterior. Las crónicas de periódicos y televisiones extranjeras, reflejando la dramática realidad del sufrimiento de buena parte del Pueblo español, así como las impactantes imágenes de la violencia que presuntamente algunos policías ejercen sobre pacíficos ciudadanos, proyectan una imagen muy negativa de nuestro País en todo el planeta.

Las imágenes reiterativas de la violencia, aparte de resultar una ofensa contra la dignidad del género humano, están dando la vuelta al mundo y a un turista no le gusta entrar en un bar a tomarse una sangría tranquilamente con gente normal y corriente, y que de improviso entre una tropa vestida de robocops y lo saquen a la calle para hincharlo a palos diez tipos a la vez. O si no se lo hacen a él, no le debe resultar agradable ver que se lo hacen a otro. A un turista tampoco le gusta bajarse del metro en Atocha para visitar el triángulo del arte, o coger el cercanías para ir a Barajas, y que de repente entre en los andenes un batallón de robocops disparando balas de goma, mientras los seguratas  se lían a repartir estopa a diestro y siniestro, de manera que entre unos y otros le den una buena tunda. Esto no le gusta ni siquiera a un guiri de esos que llevan en la mano la guía Trotamundos, así que a las familias con niños, ni te cuento. 

Este tipo de acciones y las imágenes que las reflejan perjudican la imagen de España en el exterior y deterioran con ello, no sólo el prestigio nacional, sino también los pilares de nuestra economía. Y esto no es una suposición ni deducción, sino que lo percibo porque me lo transmiten familiares que viven en el extranjero, y coincide con lo que leo en los post que publican en los foros los emigrantes españoles. 

Los responsables últimos de esta desacreditación de España son los mandos políticos, que en este caso son la Sra. Cifuentes, el ministro de Interior y el Presidente del Gobierno. Un Presidente que quiere mejorar la imagen de España en USA haciéndose fotos fumándose un puro en las calles de una Nueva York concienciada anti-tabaco, y dando un banal discurso manipulador en el recinto de la ONU semivacío, mientras los ciudadanos norteamericanos miran atónitos y asustados las impactantes imágenes en directo que llegan desde España mostrando la violencia.

Frente a esta situación, repito por enésima vez lo mismo que llevo diciendo desde febrero de 2011, y es que la única solución plausible actualmente en España debe seguir el camino que pasa por las urnas, y consiste en implementar cauces de participación para que las decisiones de los ciudadanos lleguen directamente hasta el Parlamento, evitando la nefasta intermediación de los actuales partidos políticos sustentados por el voto de zombies sectarios. Los fundamentos ya los llevo explicando en varias entradas anteriores desde marzo del año pasado, y son tan solo una sugerencia o ejemplo indicativo, no tiene la cosa que materializarse así exactamente.

Por otra parte, repito una vez más que la opción de movilización callejera en bucle perpetuo no resulta válida si no va acompañada de la vertiente política para canalizar la protesta hacia las urnas. La obstinación en combatir únicamente fuera de las urnas, en las calles, aunque sea pacíficamente puede resultar en comportamiento antidemocrático si se limita sólo a eso, a intentar ganar en la calle lo que se es incapaz de ganar en las urnas, máxime si ni siquiera se ha intentado combatir en las urnas. La convocatoria reiterada en la calle sólo tiene sentido si a la vez hay un sustrato en forma de alternativa electoral. Si no se está trabajando para intentar ofertar esta alternativa, empecinarse en obtener frutos fuera de las urnas para alterar la decisión expresada por los ciudadanos en las urnas es propio de totalitarios, fascistas, nazis …, el polo opuesto a los demócratas.